
Es tan increíble el clima creado y la intensidad transmitida, que a medida que se suceden las escuchas la música se va volviendo más y más compleja, con infinidad de capas de sonidos puestas aquí y allá.
Lo que deslumbra realmente es, aparte de la instrumentación, es la voz de la cantante, Sarah Fimm, aparentemente una figura reconocida dentro de la escena .
Las influencias se pueden rastrear entre el Jazz, la música electrónica más climática, la música clásica (y de películas) y un toque de Blues y Rock que le dan la intensidad necesaria para que te golpee en la cabeza y se te claven en ella las 9 grandes canciones que incluye este disco.
Sin ninguna duda, uno de los discos más intensos y melancólicos que escuché en mucho tiempo.
Hagan la prueba.
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