Mierda, tercer disco de los franceses y todavía no puedo creer que puedan sonar tan violentos, tan melódicos y tan extremos al mismo tiempo, sin perder la noción de canción.
O sea, no me refiero a que estos muchachos componen bajo el formato de, por ejemplo, Silvio Rodriguez, sino que cada uno de los temas se distingue del otro y eso siempre lo festejo, sobre todo en este estilo que tiende de forma exacerbada a ser un amasijo sonoro y caótico.
Tampoco estoy diciendo que el factor caos este ausente, pero está tan bien entrelazado todo que hasta es un punto indispensable del sonido de la banda.
Herederos un tanto más sacados de los dioses noruegos Emperor, tienen un punto a favor: no es una copia, lo cual se deja escuchar a lo largo del disco y de la mano de esos teclados que nunca son un colchón de simple acompañamiento, sino un cañón de adrenalina y vértigo; las voces también son un tema aparte, y hay un tratamiento refinadísimo de las voces chillonas propias del estilo, con algunas más podridas y otras limpias y más operísticas que te quitan el aliento.
Incluso, reescuchando una y otra vez el disco, hay un aura de maldad enlazada a velocidad grindcore, por momentos agotadora, pero de puro regocijo si atendemos las líricas, cargadas de pesimismo, nihilismo y profundo desprecio por la humanidad.
Para los que añoran la violencia y la belleza, todo en uno, deben escuchar esta maravilla.
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