Uno de los disquitos que me acompañaron en las vacaciones recientes, y está buenísimo.
No puedo creer que no tenga un puto disco reseñado de los de Buffalo, tal vez el primer contacto que tuve con el Death Metal, sometido a "Butchered at Birth".
Pero en este caso, estamos con su treceavo lanzamiento, y lo único que puedo decir es que estos tipos cada vez tocan mejor, si acaso eso es posible. Ya mostraron ampliamente de lo que son capaces a lo largo de su extensísima carrera, y con cada lanzamiento no hacen sino dar un paso más allá, pero no en brutalidad (eso lo hicieron cuando los que hoy tocan brutal death no habían abandonado el chupete), sino en tecnicismos.
Si señores, Cannibal es una banda ultra técnica y en este disco es como si tuvieran ganas de demostrar que les interesa eso y nada más que eso.
Un disco con muchísimos cambios de ritmo y temas que tienen rebaje, para lograr el efecto de "te meto un martillazo en la cabeza en cámara lenta y no vas a poder hacer nada para evitarlo".
Porque también es cierto que los que seguimos a la banda no esperamos que nos sorprendan ni que metan teclados, pero eso, por lo menos para mi y en relación a esta banda, no es un defecto, Cannibal no aburre aún sabiendo de antemano como va a ser el próximo disco.
En este te vas a encontrar con temas gancheros y con mucho groove (ojo, no es ese monumento al gancho que fue "The Bleeding"), ayudados sobre todo por el cambio de productor e ingeniero (ya no están los servicios del maestro Erik Rutan), sonando la sección rítmica híper potente y monstruosa, ni que hablar de los riffs de esas dos bestias y mucho menos del desquiciado de la garganta de acero, el Sr. sin cogote, George Fisher.
Un gran disco de una gran, gran banda.
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