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Y si, como para sacarme de encima por un rato a Anathema, tenía que ir hacia Suecia, donde el Black metal discurre por caminos más violentos que en otras latitudes.
Pero que haya violencia musical no significa que no se pueda disfrutar, de una forma un tanto retorcida, de las oscuras melodías y los riffs vertiginosos disparados desde los instrumentos de Lord Ahriman y Typhos, sostenidos en la sección rítmica bestial de Emperor Magus Calígula (bajo y voz) y Alzazmon (batería).
Resulta más sorprendente todavía que si nos fijamos en la formación, el único que quedó de ese seminal "The Secret of the Black Arts" (1996) fue Arhiman, hoy líder indiscutible del quinteto.
Lo que en este disco se aprecia es una mejora notable en la grabación y sonido esgrimido en el debut, gracias a las manitos mágicas de ese enano maligno llamado Peter Tägtgren, dueño de los Abyss Studios, donde se grabaron algunas de las mejores joyitas del metal extremo de los '90.
Todo suena pulcro y límpido, con espacio para que se luzcan cada una de las sangrientas pinceladas anticristianas que escupen odio a lo largo de los casi 36 minutos que dura el LP.
¿Te parece poco? Después de que lo escuches, vas a quedar con tal exceso de adrenalina, que vas a decir "¡que suerte que no llega a los 40'!"
Uno de esos discos que te hace pensar si realmente es necesario tanto teclado y voces femeninas en la música extrema, con el pretexto de sonar más oscuros o fríos.
Desde Suecia con odio anticristiano, llega Dark Funeral, con un clásico absoluto del metal más negro, ideal para acompañar este frío que esta retornando.
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