26 de agosto de 2014

Opeth "Deliverance" (2002)

deeeethhh
Ahora que Opeth está fuera del metal más extremo desde hace unos añitos (el último en el género data del año 2008: "Watershed"), no está de más re-visitar uno de los más extremos de su discografía, sobre todo teniendo en cuenta que estuvo en serie y por obra del sello no fue un doble con "Damnation" (2003), esa maravilla progresiva que avisaba con años de anticipación el camino a seguir por los sueco-uruguayos.
Porque por estos años todavía estaban los dos Martines, sosteniendo una de las mejores secciones rítmicas de la historia del grupo.
No puedo decir que sea todo extremo, ya que el juego entre los polos "tranquilo" y "extremo" siempre fue la marca registrada de Opeth, con tonalidades y climas oscuros -siempre- y momentos opresivos y muy densos -muchas veces, para bajar las revoluciones y generar más texturas.
Esto se da en una serie de 6 composiciones absolutamente descomunales todas ellas de más de 10 minutos, con excepción de ese tenue arrullo instrumental de un par de minutos titulado "For Abscent Friends".
No podría elegir una representativa, más allá de ese homenaje cuasi explícito de Mikael a su cantante favorito de Death Metal, David Vincent, si el de Morbid Angel hasta "Domination" (porque el último es una verdadera basura). Y si no es un homenaje, que vayan devolviendo la platita, porque "Master's Apprentices" tiene un riff taaan parecido a "Where the slime live" de ese disco del ángel mórbido, y el ritmo que marca la batería es tannn parecido...pero es Opeth que mierda, y no necesitan robarle a nadie para hacer cosas descomunales como esta obra de arte, que es casi como un llamado de atención sobre lo que empezarían "tibiamente" en el disco editado apenas meses después.
Y no es la primera vez que se despachan con un disco "plagado" de temas extensos, ya que unos pocos años antes lanzaron el descomunal "Morningrise" (1996)...pero es como que en este lo extremo es más extremo y lo progresivo se acentúa aún más todavía, transformando cada uno de los temas en una montaña rusa de vértigo, miedo, ira y paz como pocas veces se conjugaran en la obra no solo de los suecos, sino de la música pesada en general.
Un verdadero clásico, acá a la vuelta de la esquina.

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