Ahora, por mas que sea un bello disco, no por ello deja de ser un disco realmente oscuro, aunque creo que es justamente de aquí, de lo oscura que es la temática abordada, de donde emerge la belleza, emotividad y tristeza que nos dejó este "Réquiem para el sueño de pos-guerra"(tal el subtítulo del disco). De eso se trata éste , que hace referencia explícita a la guerra de las Malvinas, ocurrida durante 1982. Aquí escuchamos-y leemos- nombres representantes del patetismo inglés y argentino (y de la estupidez humana en general) como Galtieri y Maggie. Creo que es un heredero directo de la problemática planteada en el disco anterior de los Floyd, "The Wall", donde Waters se despacha con una historia ya conocida por todos, pero que no por eso deja de impactar cada vez que la escuchamos.
"The Final Cut" está íntegramente compuesta por Waters, por sus demonios y fantasmas, que lo perseguirán hasta el final de sus días, y "ejecutada" por Pink Floyd.
Musicalmente, es un disco hermético, difícil de digerir si lo comparamos con otros discos de la banda, al que es obligatorio escucharlo no solo a un gran volumen, sino siguiendo las letras de las canciones. Y aquí se produce la paradoja, en este punto la música se ve relegada a un plano secundario, cobrando importancia los climas generados por las letras.
Y si...si nos ponemos a leer las letras de las composiciones nos llegan y conmueven, nos marcan y no volvemos a ser los mismos (como ocurre con cualquier obra de arte que se precie de tal). Es imposible no estremecerse, emocionarse, frente a cada una de las canciones de este disco, mientras sentimos el bombardeo que sufren los soldados, las explosiones de las bombas al caer, los gritos de aquellos... y ciertas reflexiones políticas muy interesantes: chequeen , por ejemplo, la breve letra del tema "Get your filthy hands off my desert", y pregúntense si la Thatcher no debe haber dicho eso cuando se enteró de la invasión de Malvinas por parte de una dictadura sudamericana que se caía a pedazos. Aunque si de emotividad hablamos, hay que citar obligadamente las canciones "Southampton Dock" y "The Final Cut", casi una suite, donde es imposible leer independientemente dichas canciones, siendo el punto de quiebre la segunda, en donde un soldado se muestra increíblemente sensible e irónico (¿y desolado?):..."hay un niño que tuvo una gran alucinación, haciéndole el amor a las chicas en las revistas, él se sorprende si te duermes con tu nueva fe encontrada, ¿podría alguien amarlo?, o esto es un sueño loco?. Y si te muestro mi lado oscuro, me abrazarás esta noche?. Y si te abro mi corazón, y te muestro mi lado débil, que harías?. Venderías tu historia a la Rolling Stone, te llevarías a los chicos y me dejarías solo?........Sostengo la hoja en temblorosas manos, preparado para hacerlo, pero justo entonces suena el teléfono, nunca tuve el valor para hacer el corte final...".....Aún hoy mientras escucho ese tema se me ponen los pelos de punta con este tema....por Dios!!!!!, ni siquiera puede suicidarse....
Un viaje maravilloso a las miserias y consecuencias de la guerra, que te deja un gusto amargo, pero que es imposible dejar atrás, y te impulsa a escucharlo otra vez, inclusive sabiendo que te vas a amargar profundamente, ya que en este caso, y sobre todo por los mambos del propio Roger Waters, en una guerra (en cualquiera), no se avizora ninguna luz al final del túnel.
Entonces, el sueño aquel de posguerra, hoy (y sobre todo hoy), necesita un Réquiem para que, al son de éste, cerremos de una vez la tapa de ese ataúd hippie, donde descanse para siempre el eterno, imperecedero "paz y amor". Los hombres lo han hecho posible, civilización y barbarie es lo mismo (¿es lo mismo?)
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