Definir o clasificar la música que hace Boris es extremadamente difícil, no porque el estilo sea muy complicado sino porque varían muchísimo entre cada disco, y los artistas con los que colaboran tampoco ayudan: desde el drone mas enfermo que haría quedar a los Sunn O))) como si fueran una banda glam de los '80, hasta el stoner mas rutero que te hace recordar a bandas como Kyuss ...pasando por experimentaciones sonoras cuasi terroristas ayudados por enfermitos del Japanoise como Merzbow....con Boris todo puede ocurrir.
En este caso nos encontramos con un único tema de casi 44' en el que comienza con puro feedback durante casi 10'...luego hace su aparición la mágica, majestuosa, épica guitarra de esa pequeña monstruita diminuta llamada Wata, capaz de lograr extraerle a su instrumento sonidos que van desde los más espaciales (a la mitad del disco hace un solo que parece compuesto por David Gilmour) hasta los acoples más enfermos...pasando por sonidos ultragraves y deformes que te aplastan y no te dejan respirar; ya sobre el final el sonido se va esfumando y esparciendo por el espacio a medida que el sonido se aleja en un fadeout que te transporta hasta el infinito.
Recursos infinitos parecieran tener estos tres japoneses y todos sus amigos, ya que, como dije, no nos dejan de sorprender con cada experimento que editan.
Un último dato: Hay una edición que viene dividida en 5 track con el mismo nombre, aunque el efecto logrado dista de ser el óptimo, que es el que aquí tenemos: 44' de rock crudo, atmosférico, espe(a)cial, para disfrutar y degustar de corrido y sin interrupciones.
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