Pues bien, en este libro esa combinación entre lo nuevo y los fundamentos del género está exquisitamente presentada, con un narrador que no nos da demasiadas pistas sobre su mundo: no nos lleva de la mano, por así decirlo, sino que nos lanza de golpe en un lugar que parece desconocido porque hay miles de palabras sin referente (inerciales, semivida, precognitores), pero en el cual vamos encontrando puntos de encuentro a partir de las experiencias de los seres humanos, especialmente de su protagonista, Joe Chip. Joe es un tipo común, un Normal, sin ningún tipo de poderes psíquicos. En un mundo donde éstos abundan, él podría ser "una presa" de los que los poseen, pero se convirtió en su cazador, pues es un técnico que trabaja para una empresa de neutralización de telépatas. ¿Se siente demasiado vigilado, cree que alguien está leyendo su pensamiento y controlando su vida? Llame a su organización de previsión más cercana, que por un módico precio eliminará las influencias externas de su vida. Sin embargo, Joe no parece un cazador, sino que se asemeja a esos detectives fracasados del policial negro: sucio, bebedor y en bancarrota. Y también investiga, también debe resolver un crimen, también debe encontrar al culpable de un atentado.
En resumen, esta novela, que no es difícil de leer, pero que tiene varios espacios vacíos para que el lector llene, es una hermosa muestra de una forma distinta de hacer ciencia ficción, que involucra, como lo hacía en Asimov, una trama casi policial en la que se involucra el protagonista para entender la extrañeza de su propio mundo.
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