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Una guitarra que parecía que en lugar de ser tocada con una púa, habían conseguido una hoja de afeitar bien oxidada...y con eso tocaban.
El bajo no tiene presencia practicamente, pero no importa. La batería suena como la mierda; el mismísimo Fenriz dijo hace años que por su batería no le darían ni dos latas de gaseosa, así que imaginen.
Pero las voces....¡¡miiiiiieeeerrrdaaaaaaaaa!!. Esto es actitud. Destilan tanto odio que es imposible pasarlas por alto o que no te produzcan algo...no importa que, aunque sea asco, pero nunca generan indiferencia. Si querés morir de un infarto masivo ponés la intro de "Kathaarian Life Code" y listo (como nos divertíamos con el Conde Garfield con esas voces). Ahora si lo que querés es sufrir de un shock de adrenalina en formato Black Metal, y desesperarte hasta llegar a tu límite físico escuchá a un volumen altísimo "Where Cold Winds Blow", y avisá si quedás con ganas de más.
Así, si objetivamente el disco suena como la mierda, el sentimiento que emana este dúo noruego es tan oscuro y minimalista que casi nadie se les pudo acercar a lo largo de los años. Y eso que hubo cientos de bandas que intentaron copiar el sonido, la "mala producción", etc., pero no había caso. La esencia en realidad esta contenida y concentrada en las mentes de dos malignas figuras noruegas: Fenriz (miembro fundador de muchos proyectos, entre los que cabe mencionar Neptune Towers, Isengard y Storm), que también se encargó de realizar varios compilados de música oscura y under de bandas de los '60 y '70 muy recomendables (también de bandas de metal extremo de los '80); y Nocturno Culto-ese nombre lo dice todo-, quien participó en Satyricon y tiene una nueva agrupación llamada Sarke.
Son ellos dos los creadores de la música de esta banda de culto viva y jadeante. Son ellos los responsables de algunos de los discos más emblemáticos de la década pasada, conformando una trilogía perfecta para todo amante del Black Metal crudo: aparte de este disco que inicia la trilogía, también podemos deleitar nuestro enfermo sistema nervioso con "Under a Funeral Moon" (1993) y "Transilvanian Hunger" (1994). Realmente sublime, como para destrozar los oídos vírgenes de miles de personas que creen que la música pesada puede sonar en los grammys.
Aquí esta Darkthrone para desmentir dicha afirmación. E iniciando su actividad Black metal, abandonando al Death Metal originario a su suerte. Escupiendo suciedad y odio con desesperantes gritos de agonía. La agonía de una vida que termina al enfrentarse a esta llama que asoma desde el oscuro trono noruego.
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