No conocía los últimos lanzamientos de The Unborn, banda argentina que empezó dentro del metal (más precisamente el Doom y el Gothic), y que de a poco, pero de forma sostenida, se fueron acercando a lo que hacen actualmente: neofolk.
Canciones con una dosis de sencillez que no por eso suenan simples. Demandan la atención de quien se quiera sumergir en los climas y sonoridades que nos regalan (literalmente, sus discos están para descarga gratuita en su página oficial), teniendo una virtud por sobre muchas bandas del género: cada canción tiene un espíritu y un sonido propio.
Un arranque calmo y emotivo, y profundamente melancólico encontramos en los primeros 10 minutos del disco, de la mano de un instrumental ("Ancestros") y "Julieth", que resuena e impacta de forma parecida a como lo hizo allá tiempo y a lo lejos, la primera vez que escuché Ataraxia (de Italia).
Pinceladas en piano y guitarras que revolotean sutiles para una canción que remite de forma bella a una relación que tal vez no fue ("Bajo el Nogal"), y que quedó inscripta en una simple mirada, con voces de Astaroth bien potentes y que le da incluso un toque amargo por eso que no fue, mientras que . Si me apuran, tal vez EL tema del disco, y con una bellísima letra: "Penas de atardecer, en un otoño gris sin vos. Es eterna mi vejez, castigo de esta soledad. Maldita gran ciudad, La gente mira y sin mirar. Perdidos en su andar, Fantasmas en caminos sin final. Y cuando mi vida llega a su fin,
Unos ojos se detienen, parados frente a mi…Promesas bajo el Nogal, De un pueblo que nos vio nacer. Infancias que se asoman al primer amor, Inocencia, de un tiempo que se fue. Mis ojos que se atreven a soñar, Parado junto a ti bajo el viejo Nogal. Infancias que se asoman al primer amor,
Y ese pacto entre los dos. Un día te alejaste, Muy lejos de nuestra ciudad natal. Los sueños comenzaron morir, Y la vida se encargo de lo demás. Destino de egoísmo y crueldad, Separa nuestras vidas sin rencor. Llevando tu sonrisa a la gran ciudad, Para no verte mas…Y cuando mi vida llega a su fin, Unos ojos se detienen, parados frente a mi… Promesas bajo el Nogal, De un pueblo que nos vio nacer. Infancias que se asoman al amor, Inocencia, de un tiempo que se fue. La vida que se burla una vez más, Ironías del tiempo y del amor. Y esos ojos que regresan cuando es, tarde para volver…
Una ultima mirada entre los dos, Es la sombra del recuerdo que quedó. De los días de aquella juventud, En el Pueblo con aromas y quietud. Sin decir una palabra o un adiós Caminando lentamente, Con el alma desgarrada una vez mas, Regresé a mi soledad…Today we fly high, we have transcended. Now we are gods, we have conquered death. Today we fly high, we have transcended.
Now we are gods, in distant memory. Will we leave this heaven to return home?"
"El momento final" tiene un acercamiento más autóctono a lo folk (lórico), tanto desde el ritmo como desde lo vocal, donde Andrea Goldberg, como Dysis, entona y emociona como pocas voces femeninas pueden hacerlo en nuestro país. Los colores que desparrama en cada una de sus intervenciones nos pasea no solo por lo folk, sino por lo lírico clásico y por el dark étnico más cercano al tardío Dead Can Dance, como por ejemplo en "Marionette" que también deja oír vestigios de Arcana.Es impresionante como, a medida que uno repite las escuchas van surgiendo cada vez más colores, más capas de sonido y más sutilezas imperceptibles en las primeras escuchas.
Y eso funciona como anzuelo la verdad, porque uno queda como diciendo..."¿qué pasa acá?" Voy a escuchar esto de nuevo.
Y así, lo que parecía solo melancolía y oscuridad, se tiñe de una extraña luminosidad, que se nutre de aquellas, pero sin un padecimiento, sino de que la vida misma tiene sus altibajos...y The Unborn se dispone a musicalizarlos.
Realmente, una hermosísima obra, llena de emoción y de escucha obligada.
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