noches |
Pfffff.....Elend. Cada vez que escucho algún disco de estos tipos aparezco en otra época y edad. En una en la que la música importa casi tanto como la propia vida, y ni hablar de lo que aquella genera.
Todo el clasisismo a los que nos tiene acostumbrados se enriquecen con marcados toques barrocos y sacros, realzando la oscuridad propia de sus composiciones.
Esta joyita tiene la particularidad de que solo los primeros 4 temas son nuevos, mientras que los restantes son remezclas de composiciones ya aparecidas en ese disco único llamado "Les Ténèbres du Dehors" (1996), pero sin las voces podridas, tal vez el distintivo extremo entre lo clásico de la obra.
A primera oída uno podría decir que se extraña en esas canciones la agresiva y cáustica violencia de los diversos matices vocales. Pero luego de un par de escuchas, surgen pinceladas acaso más negras y sutiles, tornándose perturbadoramente bellas esas canciones que antes servían para auyentar visitas molestas, o sumirse en las profundidades de nuestras miserias, disfrutando el viaje. Incluso las voces femeninas alcanzan un grado de belleza angelical tan suprema... que te puede llegar a faltar la respiración.
Los 4 primeros temas son los que llevan el peso barroco a cuestas, con un tono dramático que no es ajeno a la banda, pero con una extraña calma. Dos de esas composiciones están inspiradas (ya sea la letra o una libre interpretación) en composiciones de un músico inglés barroco de gran renombre, Henry Purcell.
El amor, la devoción por lo clásico se ve plasmada en la portada del disco, cuyo original se creyó durante años que pertenecía al pintor holandés Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669), uno de los mayores pintores del barroco justamente. Años después se descubrió que en realidad era un seguidor del mismo, que habría imitando el estilo temprano del reconocido artista.
Disfruten de esta verdadera obra maestra, antes de que el Regaeton nos vuelva sordos e idiotas.
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