hachazo |
Sorprendente tercer disco de los ingleses más podridos del condado por aquellos años.
Parece mentira que después de esas dos odas a la podredumbre grindcore tituladas "Reek of Putrefaction" (1988) y "Symphonies of Sickness" (1989) asome sus horrendas y violentas fauces esta nueva bestia.
Más adulta también, y con más filo en los bisturís utilizados para disecar sus cadáveres y exponerlos como más le gustaba en ese momento, dos años después del último esfuerzo de estudio.
Y la forma era con riffs más cercanos al Death Metal, alejándose del Grind que habían ayudado a cimentar, y con algunas melodías en los solos que le daban un matiz más retorcido a la música, y no tan cabeza.
Es evidente que la entrada del guitarrista Amott, ex- Carnage, fue determinante para la banda, que suena más suelta y fresca que antaño.
Los chicos le daban otra vuelta de tuerca con esas voces a modo de presentación de enfermos en anfiteatro, que volvía todo más serio musicalmente, a la vez que te permitía disfrutar del enfermizo sentido del humor inglés.
Un disco indispensable para entender no solo la historia de los médicos del estilo, sino la evolución de todo un género que dejó de ser rápidamente un nicho para nerds, y explotó en diversas direcciones.
Parece mentira que después de esas dos odas a la podredumbre grindcore tituladas "Reek of Putrefaction" (1988) y "Symphonies of Sickness" (1989) asome sus horrendas y violentas fauces esta nueva bestia.
Más adulta también, y con más filo en los bisturís utilizados para disecar sus cadáveres y exponerlos como más le gustaba en ese momento, dos años después del último esfuerzo de estudio.
Y la forma era con riffs más cercanos al Death Metal, alejándose del Grind que habían ayudado a cimentar, y con algunas melodías en los solos que le daban un matiz más retorcido a la música, y no tan cabeza.
Es evidente que la entrada del guitarrista Amott, ex- Carnage, fue determinante para la banda, que suena más suelta y fresca que antaño.
Los chicos le daban otra vuelta de tuerca con esas voces a modo de presentación de enfermos en anfiteatro, que volvía todo más serio musicalmente, a la vez que te permitía disfrutar del enfermizo sentido del humor inglés.
Un disco indispensable para entender no solo la historia de los médicos del estilo, sino la evolución de todo un género que dejó de ser rápidamente un nicho para nerds, y explotó en diversas direcciones.
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