26 de mayo de 2015

Pipas y tabacos. Una introducción.

Es la primera vez que escribo en relación a un acto que me proporciona mucho placer: fumar en pipa.
Y es algo que está asociado a las demás cosas y/o actos de los cuales extraigo alguna satisfacción, ya sea leer, escuchar música o mirar algún programa (preferentemente series, películas o algún recital).
No es simplemente como ocurre con el cigarrillo, que lo sacás del paquete, lo ponés en la boca y lo prendés. No.
Es algo cercano al ritual...no perdón, ES un ritual. Desde elegir en primer lugar el tabaco correspondiente, porque nunca se fuma el mismo tabaco, y pensar en que pipa vamos a fumar esas hojas que elegimos, hasta elegir el lugar donde vamos a hacerlo.
Yo por mi parte, tengo un lugar cuando estoy en mi casa, y es en el living, en frente del equipo de música.
Hay que tener en cuenta que no cualquier tabaco se fuma en cualquier pipa, por lo menos para mi es así. Y que cada pipa tiene un valor en sí misma dentro de la colección.
Una vez elegido el tabaco y la pipa, se procede al llenado de esta, que tampoco se hace de cualquier forma, aunque no haya una única. Lo interesante de todo esto es que de acuerdo al corte del tabaco el llenado de la pipa variará, y la forma en que lo hagamos influirá en la modalidad de la fumada, incluso en la imposibilidad misma de hacerlo.
Hay que llenarla con delicadeza, sin presionar demasiado, pero tampoco dejando muy sueltas las hebras de tabaco, sino no habrá tiraje o arderá demasiado rápido.
Listo entonces, ya están acomodadas las hebras en la pipa elegida, y ahora hay que prender y empezar a degustar el tabaco y disfrutar del momento placentero.
Los sabores varían tanto que sería ridículo tratar en este breve espacio acomodarlos a todos, pero si puedo decir cuales son mis preferidos: dentro de los aromáticos, el Black Vainilla de Planta y el Holger and Danske (Mango y Vainilla, o Luxury blend) son exquisitos y muy bien equilibrados, sin ser empalagosos; el Argento Chocolate y Whisky es lo mejor (creo) en tabacos nacionales aromáticos, y son tabacos para fumar diariamente.
También hay tabacos latakiados, entre los que el Argento Latakia es indispensable a nivel nacional. Imposible no mencionar los únicos y cuasi inconseguibles Dunhill (tal vez los mejores tabacos que probé en mi vida) de los que hoy destaco el Early Morning, el Elizabethan Mixture y el My mixture965 (increíbles, sublimes).
También ingleses, los Samuel Gawith son increíbles y hoy volvieron a estar al "alcance relativo" de nuestros bolsillos. Los Skandinavic también son tabacos muy disfrutables, y el Mixture aun hoy se consigue y es muy bueno.
Y, por supuesto, los Peterson de Irlanda son increíbles, casi al mismo nivel del Dunhill y Samuel Gawith.
No recomendaría bajo ningún punto de vista los Holland House (tabaco holandés bastante flojo) y el Borkum Riff (flojísimo), para no hablar de esa especie de jarabe para la tos que son los tabacos cherry.
¿Alguien se reúne para compartir un cigarrillo? No, bajo ningún punto de vista.
Pero la juntada para compartir el tabaco recién conseguido es casi obligada. El compartir en el mundo de la pipa es un ritual emparentado con otros, por ahí más cercanos, como compartir un té, un café, un vino o un whisky (del cual no soy muy entendido)...o un buen disco.
Y resulta sorprendente el poder in(e)vocante de esas simples hebras de diferentes colores. Pueden haber pasado años, pero el recuerdo, la sensación sigue estando ahí palpable.
Me acuerdo cuando probé por primera vez el Black Vainilla de Planta; mi hermano Fede Gimeno lo había comprado hacía minutos (tenías guita en ese momento!!), y la lata era hasta bonita: tenía una muesca donde apoyar la pipa; lo fumamos dentro de la librería que tenía un café dentro (en esa época la restricción al tabaco no había llegado al país aun), y me acuerdo que lo fumamos acompañado de una cerveza (en general poco recomendable, ya que las burbujas joden bastante la sensibilidad al momento de la fumada), y no resultaba agresivo el tabaco. Fede me regaló la lata recién abierta y corrió a comprar otra.
Aún hoy fumo ese tabaco, por ahí acompañado de una cerveza, y todavía nos juntamos a compartir fumadas con mi amigo/hermano.
Como  dije, podría escribir horas sobre cada tabaco que probé, de los que me gustaron y los que no (fueron muchos), pero lo voy a dejar para más adelante.
Por hoy es suficiente, me voy a fumar una carga pequeña de un latakiado que me espera: Balkan Flake de Samuel Gawith.

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