30 de enero de 2010

Miles Davis "Seven Steps to Heaven" (1963)

cielo
Siempre, absolutamente siempre tengo que escuchar algo de Miles para bajar a la tierra.
Y siempre, siempre, la delicadeza del Mago de la trompeta atravesando las edades, esquivando gloriosamente el paso del tiempo para incrustarse en la mente de uno y arrastrarlo hasta algún local escondido en la calle nº52, debajo de algún edificio de New York, que por supuesto no conozco pero es como si lo hiciera...imaginando a estos tipos tocando y disfrutando.
Esos tipos son los de siempre más otros que fueron llegando o se iban alejando: por las dos sesiones pasaron Frank Butler y Tony Williams en batería; Victor Feldman y el gran Herbie Hancock (tocó en unos cuantos discos más de Miles) en piano; George Coleman en saxo tenor Ron Carter en contrabajo y el director en trompeta.
Mención aparte para el productor Teo Macero, que fue uno de los grandes productores de las grandes figuras de la época, gente de la talla de Miles, Mingus, John Coltrane, Mulligan, Duke Ellington, etc. Un capo de verdad el tipo.
Las sutilezas expuestas en los discos de Davis no tienen nombre, y requiere de la paciencia para dejarse sorprender y poder capturar o retener esos momentos, para disfrutarlos después.
Durante estos años Miles no se había acercado a la experimentación con los instrumentos eléctricos, como lo haría pocos años después (a la altura de "Filles de Kilimanjaro" (1968))...así que tenemos acá puro quinteto acústico, generando la música más increíble y maravillosa que te puedas imaginar. Como dice el título del tema: "Me enamoré tan facilmente"...con Miles y sus sucesivas encarnaciones musicales no solo es posible, sino esperable.

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