24 de abril de 2009

Frank Zappa "Jazz From Hell" (1986)

infierno

Frank Zappa es un ser de otro planeta, tal vez de otra galaxia, como tantos otros (Miles Davis, Jimi Hendrix, Piazzolla, John Coltrane, etc.). Todos sus discos son experiencias increíbles, y difíciles de metabolizar, pero una vez que lo hiciste, es como si hubieses estado en un curso intensivo de historia de música contemporánea.
Historia de música que no excluye, obviamente la música clásica contemporánea, con artistas influyentes y determinantes como Stravinsky, ese loco llamado Stockhausen.
Y este disco es una prueba irrefutable de dichas influencias, tan disímiles, que también incluyen el Jazz , el Blues , el Rock ....bueno Zappa era así, era un Genio Musical, capaz de cualquier cosa. Y eso lo encontramos acá.
Un disco realizado exclusivamente por él y su asistente técnico Bob Rice y el ingeniero de grabación Bob Stone, con la Synclavier Digital Music System, un sintetizador muy versátil. puede sonar frío, pero lo logrado en este disco estaría más relacionada con la experimentación contemporánea que con la frialdad propia de los sintetizadores.
Son 7 canciones rarísimas, comenzando por "Night school", que a lo primero que me hizo acordar es a los italianos Goblin y sus bandas de sonido para Darío Argento (genio absoluto del cine). Después las composiciones restantes son un sinfín de texturas atrapantes, locas, extravagantes (escuchen "G-spot Tornado"), que harían parecer a otros delirantes experimentales como John Zorn o Diamanda Galás como simples principiantes. Bueno, alguien que a mediados de los '60 sacó discos como "Freak Out" (1966) o "Absolutly Free" (1967) con una de las bandas más desquiciadas de la historia como los The Mothers of Invention, puede dejar como principiantes o nenes de pecho a cualquiera.
Volviendo a este disco, el único tema en el que toca con una banda "humana" es el Blues "St. Ettiene", en el que intervienen Steve Vai y Ray White en guitarras rítmicas, Tommy Mars en teclados, Ed Mann en percussión, Scott Thunes en bajo y Chad Wakerman en batería. Solo con este tema, el disco es de escucha obligatoria.
Aunque no es el mejor disco de él, entren al mundo Zappa y dejen que las comadrejas les arranquen la piel mientras ustedes sonríen de dolor.

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