baño |
Si escuchan este disco no van a reconocer de movida de quien se trata, sobre todo si se tiene en cuenta el último editado por estos muchachos de Boston, y ya reseñado en estas páginas.
Todavía había un componente claro de Death Metal y de Doom, sonando por momentos realmente oscuros y tétricos, sobre todo cuando los teclados abandonaban la psicodelia progresiva y se metían con tonos propios de la música sacra.
Pero lo más llamativo es cuando logran esos climas etéreos y angelicales, como en "Marid's gift of art" o la canción que inicia la placa.
Cuando quieren sonar agresivos, se valen de los diferentes tipos de sonoridades de sus instrumentos, para lograr una violencia tan hermosa e hipnótica que te paraliza.
En definitiva, tantos cambios de ritmos y variaciones generan un vértigo increíble, que si no estás acostumbrado a tomarte un tiempo para degustar la música, te puede llegar a aburrir.
Y si no le/te das una oportunidad para quedar atrapado en esas redes sonoras raras y complejas, es porque mereces estar escuchando porquerías varias (Alejandro Sanz o Arjona, por ejemplo), y no música. En ese caso te deseo una eterna sordera.
Sino, adelante.
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