Opeth "My Arms, Your Hearse" (1998)

leyenda

Seguimos paseando por el norte de Europa, allá arriba cerca del Círculo Polar Antártico, y nos detenemos en Estocolmo, Suecia, para volver a disfrutar de los melómanos Opeth.

Es impresionante que entre en año 1995 y 1998 hayan editado 3 DISCAZOS indispensables, maravillosos, apoteóticos o como ustedes quieran adjetivarlos.

Acá, ya la tendencia progresiva que se escuchaba en los dos anteriores, es imposible dejarla de escuchar, con sonidos delicadísimos y tan sutiles que parecen una caricia...después de los precisos golpes que se desparraman a lo largo de las 9 canciones.

La adrenalina que contiene cada uno de los temas es capaz de revivir 1000 veces al protagonista de "Crank" (película disparatada pero divertida), y cuando bajan las revoluciones, como en "When" te dejan un gustito a melancolía tan precioso que tenés que repetirlo.

Los instrumentales, cortos pero eficaces, porque te ayudan a recuperarte de la andanada de riffs que se multiplican al infinito.

Nunca una banda catalogada como extrema sonó tan progresiva como Opeth. Incluso en el disco siguiente redobló la apuesta (ni hablar de "Damnation", que le tapó la boca a más de uno de los que decían que era puro ruido).

Opeth es una de las pocas bandas cuyos discos no tienen "descartes", ni hay discos de descarte...si hasta Black Sabbath tiene esa horrorosa pieza llamada "Forbidden" que no debería figurar en la discografía de los brujos.

Opeth es una banda para melómanos perdidos, para los que buscamos redención en los actuales males de mediocridad.

Opeth es una banda única, como este disco.