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Antes de ese experimento brillante e inolvidable llamado "Toba Trance" (2004), el sonido Stoner ya estaba definido y aceptado por el trío, pero ya empezaban a meter cosillas que años después endurecerían su sonido, a partir de "El Hombre Montaña" (2006).
Pero lo pesado y valvular está acá, y multiplicado por mil.
Arrancando despacio y con acoples bien rockeros en "2002" nos hacen entrar en clima, para después sacudirnos del trance con el poder de "Planeta Solitario", y la sensación de estar a la deriva cabalgando alguno de los cientos de miles de cuerpos celestes te arrastra, y te susurra que esto recién empieza..así que preparate para un gran viaje por la mente de un escritor como Emilio Salgari, por ejemplo.
Pesado, lo que se dice pesado, parece haberse encarnado y corporizado en otro viaje hipnótico, en "Patas de elefante", con un riff tremendo, y una percusión tribal que refuerza aún más la pérdida de los sentidos y de su relación con el espacio y el tiempo.
Y así, de la nada, nos despertamos algunos minutos después, en el medio de la playa, y rodeados de una oscura y tenebrosa niebla, como si se hubiese salido de algún cuento de Lovecraft, y nos persiguiera con banda de sonido propia, para no dejarnos tranquilos.
"El Gauchito" es tal vez el anuncio que no supimos leer, que nos advertía, en su breve minuto, lo que se venía en el siguiente disco.
Y es una lástima que no lo pudiéramos/supiésemos leer, porque estamos llegando al final del viaje de la mano del dueño del barco, que nos deja en la orilla de una tierra desconocida y arrasada, pero no inerte, y mucho menos sin historia.
Historia que se dará a conocer al año siguiente, y que incluirá grandes cambios. Pero ahora, este corsario nos invita a subir a su chalupa, y le tenemos que obedecer...como hipnotizados.
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