pecadora |
Me apasiona profundamente el metal, tanto como el Jazz o el llamado Rock Nacional (en Argentina), por lo tanto no tengo un género o estilo preferido, sino que me puedo sentar a disfrutar de un buen disco. Y dependiendo de las circunstancias, elegiré algún género en particular.
Para relajarse, y abandonar ésos momentos tensionantes y agotadores nada mejor que algo de Jazz (aunque también podría ser música celta, o Black Metal...jejeje).
Tengo mis músicos favoritos dentro del Jazz, y no puedo evitar recurrir a ellos para descansar o sorprenderme con las reiteradas escuchas de sus discos. Entre esos músicos puedo nombrar a Monk, a Coltrane, a Miles Davis, Sonny Rollins, Charlie Parker y a uno de los contrabajistas más geniales que dio el género, Charles Mingus.
Es cierto que son pocas las menciones o los post de él, pero me defiendo diciendo que uno de los primeros del blog fue ese recital descomunal en el año 1953 con una juntada de all stars entre los cuales se encontraba Mingus: estoy hablando del histórico "Jazz at Massey Hall" (1953).
Este disco en particular, que fuera publicado por ese monstruo que escupía joyas una atrás de otras (Impulse!), es considerado una de las piezas maestras de la Vanguardia del Jazz, de todos los tiempos, y si te tomás el tiempo para escuchar, no hay razones para desmentir semejante afirmación.
Si buen es cierto que de movida hay tonos afables, melodías de ensueño que incluso invitan al baile, pronto surgen motivos españoles (de los que luego dará cátedra en esa otra obra genial llamada "Tijuana Moods"), y va más allá cuando en esa suite final de casi 20', aparecen vetas de Free Jazz atravesadas por música contemporánea experimental, otorgándole unos matices rarísimos, y borrando esos confortables momentos iniciales, en pos de una carrera más violenta y agresiva, más intensa (recurso que utilizó mucho Coltrane).
Rodeado en este disco de unos cuantos amigos, logra Mingus un nivel que sería difícil de superar a lo largo de las décadas siguientes, al igual que esa otra pieza única titulada "Money jungle", en donde comparte créditos con dos bestias incomparables, Max Roach y Duke Ellington.
Un disco que aún hoy sigue dando que hablar, y que vale la pena disfrutar.
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